...puede triunfar el bizarro
no “andís” culateando el carro
ni al trabajo te retobes
jamás cortarás adobes
si no te ensucias con barro.
Quien no quiere hacer las cosas
argumenta que no entiende
pero aquel que las “empriende”
aunque yerre al comenzar
al cabo viene a probar
que echando a perder se “apriende”.
Leyendo y repensando este número 5, creímos conveniente ralentar un poco la marcha, hacer más altos, apreciar mejor el camino en vez de acortar distancias.
No propiciamos ningún discurso moral. Ser lo que somos no es materia de orgullo ni de verguenza. Es nuestra herencia. Tampoco hay manuales "del buen país". ni metas o modos prefijados que permitan elucidar si estamos cerca o lejos. Nada de eso hay.
Solo existe el sentido común, el ingenio, las agallas y el entender que la rencilla, el conflicto agobiante, las afirmaciones altisonantes, las ambiguedades y las provocaciones son el caldo donde se cuecen los estadistas. Los augures emergen de otros caldos.
Y claro, además de todo esto, la historia.
Mucho camino ya hemos recorrido como para ignorarlo. Nuestros mártires, héroes, déspotas, caudillos e iluminados son la herencia genética: son "nuestros" y nos condicionan, sea limitándonos como orientándonos o estimulándonos.
No soportamos la vida democrática con TODO lo que ella implica, aunque pocos asuman esto.
Nos gratifica perorar sobre los valores absolutos pero no soportamos la demagogia, el populismo, la oprobiosa prebenda... sin entender que en el fondo de estas conductas se esconde la fuerza de movilizar y comprometer la capacidad decisoria de las mayorías. Esto lo digo reconociendo la insoportable cantidad de pícaros, arribistas y obsecuentes que en definitiva, tendremos que padecerlos sin perder nunca de vista el porqué lo hacemos.
Ningún país conocido bajo el sol se compone sólo de prohombres. Todos tienen sus esbirros, sus pilletes, sus moderados, sus medianos, y todos somos seres humanos con todo lo que eso significa.
Aquella sangre, la de Liniers, la de Alzaga, (¿la de Moreno?), sería además de iniciática, premonitoria. No le tememos ni nos horroriza, ni aquella sangre vieja ni la más reciente. Toda sangre se pierde al caer en el olvido o en el odio.
Simplemente planteamos ciertos hechos en el afán de reflexionarlos con el mínimo de inhibición y pasión que sea posible.
En este viaje del Nº5 nos acompañan
...un cuyano notable, don Buenaventura Luna. Todos los versos en borgoña (y...cuyano había sido el Poeta), son suyos, extraídos de su inmortal "Sentencias del Tata Viejo"...
...y un sabio entrerriano, don Juan Alvarez. Todo lo que diga acerca de él es insuficiente. Sus enseñanzas van en verde para distinguirlas de mis apreciaciones personales (no hace falta tal distingo...Usted puede notarlo aún en estado de embriaguez fulminante...pero es además un modo de realzar su luz y perspectiva).
Con don Juan además construimos toda la segunda parte de este número, en un contrapunto laborioso entre este rústico furnario y aquel inconfundible "Martín Pescador entrerriano".
Además, completan y embellecen este número,
...desde la opinión sesuda, documentada y fecunda, Pablo Martín Cerone, con un artículo inestimable acerca de San Martín y la participación de las logias en todo el proceso de la independencia americana. Va la primera entrega de tres.
...desde la sencillez, el humor y el buen gusto, Darío Lavia y sus Postales desde la Europa. También, de colección.
...y desde su enraizado saber telúrico que transmite a través de sus óleos, Darío Mastrosimone. Todos los paisajes y personajes gauchescos -el de la conversación entre madre e hijo que usted verá en breve también es suyo- que nos acompañan, son frutos de su refinamiento y de su arte. (Algunas de sus pinturas matizarán ciertas reflexiones de tiempos universitarios, nunca desprovistas de riesgos divagatorios pero que creemos sirven para trazar ciertas líneas que sospechamos de alguna utilidad. Fromm, Freud,Discépolo se dieron la mano alguna vez mientras este hornero los miraba embobados, y es lo que se leerá justo antes del intermezzo, preludiando a Pablo Martín. El Lector sabrá perdonarnos si no dimos en el clavo).
No busque erudición porque no la ha de hallar.
Este es un lugar libre: permítase el comprobarlo.
Un Hornero
Emergiendo de la noche más larga y agobiante, la Libertad desfilará por entre los escombros soberbia y triunfal, llevada aupada por los oprimidos y en franco desafío a quienes tenían privilegios que defender. Llegaba a las Américas precedida por unas cuantas victorias.
Muchos morirían en esas batallas con la convicción de que ésa libertad depararía bienes tan deseables como impostergables. Esa muerte será la última y más alta afirmación de la individualidad.
Pero la historia no ofrecía garantía alguna que confirmare que al hombre le era posible gobernarse por si mismo, asumir un rol protagónico sobre su propia vida y pensar y resolver para sí y en función del resto de su comunidad.
La plena expresión de las potencialidades del hombre parecía ser la panacea para las desigualdades milenarias. Esto al menos ilusionaban a unas pocas mentes que se dedicaron a pensar, estimular y encaminar a la inmensa mayoría.
De aquí se diseminarían como arroyos cuestiones hasta entonces ignoradas. El turbión del desarrollo social se iba expresando: los principios del liberalismo económico, de la democracia política, de la autonomía religiosa y del individualismo darían formas y expresión al anhelo de libertad al tiempo que parecía aproximar a la humanidad a su plena realización.
Hoy podemos afirmar que estos razonamientos son más deseables que certeros.
Uno debe preguntarse "que és" la libertad como experiencia individual, si ése deseo es inherente a la naturaleza de todos los hombres, si se trata de una experiencia idéntica cualquiera sea el tipo de cultura de que se trate o si varía de acuerdo al grado de individualismo alcanzado en una sociedad y un momento dados; si es la libertad la mera ausencia de presión exterior o si es además PRESENCIA de algo, y en todo caso, ¿que sería ese ALGO?
¿Es posible que eso que en unos despierta un deseo innato de libertad en otros asuma forma de anhelo instintivo de sumisión? ¿Es posible que esto mismo se de, en circunstancias distintas en la misma persona?
¿y que podemos decir de ciertas otras autoridades encubiertas tales como el deber, la conciencia, o la cohersión ejercida por íntimos impulsos frente a aquellas otras autoridades anónimas, como la opinión pública...?
Y la gran pregunta que nuestros Padres se hicieron a la luz de todos estos planteos fue:
¿Lograrán barrer las victorias de la Libertad y su hija y continuadora, la Democracia con todas las "fuerzas siniestras" que nos han mantenido subyugados y agobiados desde que tenemos autoconciencia?
Cuatro edades cumple el hombre,
al cabo de haber vivido,
la inocencia en que ha nacido
poco después la esperanza
la dicha que nunca alcanza
y por último el olvido.
La estructura del carácter del individuo así como las irracionalidades de su conducta son reacciones frente a las influencias ejercidas por el mundo exterior y en modo particular, a aquellas experimentadas durante la primera infancia.
La posibilidad de ser abandonado a sí mismo es necesariamente la amenaza más seria a toda la existencia del niño.
Esto lo aprendimos recién con Sigmund Freud.
1813 fue un año en que, desde el gobierno central, se hizo lo indecible por eliminar definitivamente al elemento artiguista de los asuntos de nuestras provincias.
Por falta de mérito en los estudios, el pasado argentino aparece como un confuso amontonamiento de violencias y desórdenes, y es general la creencia de que millares de hombres lucharon y murieron en nuestros campos por simple afección hacia determinado jefe, sin que causa alguna obrara hondamente sobre sus intereses, sus derechos o sus medios de vida habituales.
Los intereses o aspiraciones de un solo hombre no explican la actitud de las muchedumbres mejor que las aspiraciones e intereses de esas muchedumbres, por medianas que estas fueren.
La adhesión al jefe nace, entre otros motivos, de la ineptitud de las masas para reformar la legislación o el estado de cosas que motiva el estallido. Hay espacio, sin dudas, para la sugestión de quien manda y para el afecto de quien se deja arrastrar, pero estos dos elementos no bastarían por sí solos para determinar un estado crónico de guerra social, o de paz.
La guerra civil emana de fuerzas mal estudiadas, de alianzas poco desarrolladas, del planteo de caminos alternativos sobre la marcha. Lo interesante es que todo esto obra sobre nuestros mejores hombres. Una idea de patria debemos basarla indefectiblemente en el esfuerzo inteligente destinado a suprimir dolores inútiles, conservados y mantenidos más allá de las causas que los motivaran.
No se escatimaron esfuerzos ni métodos: degüellos, fusilamientos, propaganda y buenas intenciones.
Pero la campaña era artiguista por genética pura.
1813 fue un año recorrido de punta a punta por una Asamblea Permanente y Representativa de todas las provincias unidas.
Esta Asamblea General Constituyente inauguraría sus sesiones el 31 de enero de 1813 declarando que en ella residía la soberanía nacional pero eludiendo silenciosamente la declaración de Independencia y delegando el poder ejecutivo en la figura del Triunvirato. En febrero, se declaró la libertad para todos los hijos de esclavos nacidos en nuestro territorio después del 31 de enero y para quienes fueran introducidos al mismo luego del 4 de febrero, resolución que sería luego derogada por exigencias de la corte portuguesa. Para marzo, Alvear, jovencísimo presidente de la Asamblea, intentaría darle carácter de "Nacional" a cada diputado enviado constituido en la Asamblea, separándolos de las instrucciones regionales con las que eran investidos y enviados; y ya para junio, la representación teatral quedaba evidenciada tal y como se recelara desde un comienzo: la idea de Confederación no era aceptable en Buenos Aires. Pasarían unos cuantos hasta que se llegara a esos puertos pero de eso no hablaremos ahora.
En este punto, es deber preguntarse si las propuestas revolucionarias de Artigas, superadoras aún de las oportunamente propiciadas por Mariano Moreno, Castelli o el mismo Alvear, hubiera podido el propio Caudillo llevarlas a [*]cabo.
El Paraguay de don Gaspar Francia daba idea tanto de modelo como de ejecución, pero Paraguay no era representativo ni de estos pueblos ni de los intereses y personajes comprometidos en estos lares. Con todo esto, y aún sospechando que Artigas no podría liderar tal proceso revolucionario a escala, rescatamos su esfuerzo e hidalguía en tales asuntos, que apenas eran vestigios de una realidad agobiante que acompañara al Caudillo oriental a lo largo de su vigorosa lucha por la independencia.
Dice Busaniche
Otras leyes y decretos sancionó la Asamblea del año '13, muy halagueños en el día de hoy para el sentir nacional, pero que entonces fueron de aparato y ostentación proyectados pour la galerie, para eximirse de dos compromisos: la declaración de independencia y la constitución del país.
No somos tan duros con la Asamblea como nuestro querido Busaniche. La realidad diaria, la tremenda fuerza de los hechos, es la que termina por someter toda especulación o razonamiento posibles. La valoramos en su carácter de continuadora de la gesta de Mayo, aunque no podemos ignorar que su fuerza y vigor inicial no alcanzó siquiera para recorrer un tramo del propio año trece.
Se irá apagando la Asamblea de a poco y con Ella se irá otro esfuerzo mayúsculo por acoplar al interior con la capital. Derivará en mayor personalismo jacobino, con la apoyatura de la logia.
Desde los hechos de armas, los espíritus de entonces se vieron alzados por las nubes con los triunfos del Coronel San Martín en San Lorenzo (3 de febrero) y la inesperada e impresionante victoria del General Belgrano sobre Tristán en Salta (20 de febrero). El propio Belgrano había obtenido en Tucumán poco antes (24 y 25 setiembre del año anterior) otro triunfo de tanta relevancia como éste. Insistimos al Lector que tome nota de estos hechos de gloria y que los investigue. Ya le haremos justicia a nuestros Hombres de armas desde esta misma publicación.
No hay dicha que dure siempre
ni mal que el tiempo no borre
sépalo el hombre que corre
por la vida como loco
piedra a piedra y poco a poco
se hace mas firme una torre.
Tengamos también presente que los hechos de armas no alcanzan a compensar nuestras carencias en la política. El siglo diecinueve es un muestrario absoluto de batallas -triunfos y derrotas- cubiertas de gloria, y de tratados y acuerdos que dan por tierra con ella.
Para enero de 1814, la asamblea se pronunciaría por un poder ejecutivo unipersonal, declarándose abolido el triunvirato. El cargo recaerá sobre Gervasio Antonio de Posadas, cuyas espaldas y oídos se vieran constantemente acompasados por la presencia de don Carlos de Alvear.
Acostumbrate a seguir
tus rumbos firmes y fijos
los varones mas prolijos
se glorian de respetar
en la mujer al hogar
y a la madre de sus hijos.
Cuando uno quiere comprender tanta marcha y contramarcha en la construcción de un órgano ejecutivo de gobierno, algo aparentemente elemental y de mucho menor rodaje que lo que demandaría el redactar una constitución o establecer órganos de contralor estables -los poderes restantes-, no podemos obviar, entre otros aspectos, el escenario en que se desarrollaban estas cuestiones: Inglaterra volvía a desplegar sobre el tablero el mapa del mundo, aquel que William Pitt guardara "hasta nuevo aviso" al tiempo que desplegaba el de la América Hispana.
Napoleón se desangraba. Para 1812, cuando puso en ejecución su campaña contra Rusia retirando tropas de España, el ejército anglo-hispano-portugués le propinaría una dura derrota en los [*] Arapiles, Salamanca. El rey José migraría apurado de Madrid a Valencia. Era toda una señal.
Sería Lord Strangford quien desde Río de Janeiro sacudiera Buenos Aires con estos sablazos. La huida de José nos acercaba impensadamente a Fernando "El deseado". La situación era de tal desconcierto que a fines de 1813 se enviaría en comisión a Londres, a efectos de interiorizarse y ofrecer buenos augurios al posible regreso, a Manuel de Sarratea. Antes de Europa, debía pasar a visitar a su amigo Lord Strangford, quien lo convenciera que, previo a cualquier iniciativa, debía gestionarse un armisticio con Vigodet, arraigado gobernador de Montevideo.
Volviendo a enero de 1814, Posadas, ávido de pacificación, recibía en simultáneo junto a Vigodet tal proyecto de armisticio. La batalla de Vitoria en España (junio de 1813) endosaba moralmente los documentos. Y como colofón, para enero de 1814, llegaban noticias desde el norte: Belgrano había sido derrotado en Vilcapugio (1º octubre 1813) y en Ayohuma (14 de noviembre de 1813), quedando para siempre separados de nuestro ser nacional el Alto Perú.
El dolor educa al hombre
y es el que lo hace mas fuerte
no te “quejis” de la suerte
y andes llorando querellas
que al fin y al cabo las huellas
llevan todas a la muerte.
Ande reculan los flojos
un alma grande se afana
ni te alargue la chingana
ni el fracaso te acobarde
la derrota de esta tarde
es el triunfo de mañana.
Dicho armisticio parecía el remedio indicado para la enfermedad que padecíamos. Lo interesante es que Vigodet no aceptaría los términos del mismo. Se sentía en posición ventajosa y no pensaba en desaprovecharla.
Ahora, es interesante notar que, en cierto modo, debemos a esta negativa del gobernador montevideano la supervivencia de la causa de la Revolución.
Rechazado el armisticio, la escuadra nacional atacaría en el mes de marzo las baterías de Martín García obteniendo la primer victoria sobre barcos españoles comandados por Jacinto de Romarate, y en mayo destruiría completamente la flota realista en el Buceo (costa montevideana) llevando adelante sin dudas toda una hazaña fruto de la previsión y miras de quienes la gestaron. Un nombre se inscribía entre los grandes protagonistas de nuestra independencia, y era el del irlandés Guillermo Brown, jefe de nuestra escuadra. Alvear aprovecharía inteligentemente estos nuevos vientos remitiendo tropas de Buenos Aires a la Banda Oriental presuroso a reforzar el sitio de Montevideo, cosa que culminaría corriendo el mes de junio.
Dice Busaniche
En honor a la verdad, con la toma de Montevideo había quedado sellada de hecho la independencia del teritorio que hoy es la república Argentina. Se había salvado al Río de la Plata de la expedición que habría de caer sobre América insurgente una vez restaurado Fernando VII al trono. Puede asegurarse que, sin la toma de Montevideo por Alvear en junio de 1814, la historia del Río de la Plata hubiera sido por todo extremo diferente.
Marmarajá (6 de octubre de 1814) significaría el triunfo de las fuerzas de Alvear sobre las realistas en Montevideo. Como vemos, la firma de aquel armisticio nos hubiera condicionado y posicionado negativamente frente a los sucesos inmediatos.
El Directorio todavía supeditaba todo acuerdo a la resolución del asunto "Fernando" en la península. Y mientras Fernando derogaba las Cortes a diestra y siniestra -y a todo lo resuelto y actuado por ellas-, apresando a los diputados liberales, pocas eran las esperanzas que esto despertara en nuestras tierras, al tiempo que Sarratea no hacía otra cosa que dejar en claro que lo ocurrido de 1810 a la fecha eran solo esfuerzos imberbes y poco madurados.
Son tiempos en que los Borbones recibirán de manos inglesas la restitución de su corona recuperada a Napoleón. Y mientras la embajada de Sarratea negociaba las relaciones futuras con el rey Fernando para con "sus colonias rioplatenses", el oficialismo no podía concertar arreglo alguno con los pueblos del litoral desde que eso implicaba conceder participación en el manejo de la cosa pública a un conjunto de hombres que no estaban en conocimiento de los acuerdos buscados en el plano internacional en el seno de la corte de Madrid. Este elemento importa tanto o más que el escenario internacional. ¿A título de qué nos desangrábamos en el norte y en el río de la Plata? Vaya uno a explicarle esto a Belgrano o a Artigas, quienes sí llevaban sobre sus hombros el peso de la representatividad de nuestras campañas y nuestros hombres de armas, y quienes siempre dejaron en claro que tipo de relación era posible para con España y cual no. Mucho se ha escrito acerca de los colores de nuestra bandera. No es inocente que hayamos escogido este retrato de Goya. Pero atendiendo la fuerza y la razón de los hechos, será Belgrano quien más hiciera entre un concierto de pocos y notables para ensalzar nuestro símbolo patrio aún en circunstancias que los gobiernos desde Buenos Aires flirteaban con la posibilidad de negociar el regreso de Fernando a nuestros propios asuntos.
Cantan poco y comen mucho
gorriones, loros y tordos
no le hagáis los oídos sordos
al hambre de tu aparcero
“comé” poco, al matadero
llevan antes a los gordos.
Sí, los liberales de Cádiz fueron indirectamente los promotores de tanta independencia. Todo podía rápidamente volver a foja cero, con algo de comprensión y buena voluntad de entre las partes.
Leímos con atención algunas de las cartas y argumentaciones de Sarratea en Londres. No es necesario traerlas a colación. Suenan indignas en estos tiempos, pero seguramente sonaban a otra cosa al momento de ser escritas y presentadas.
Al tiempo que Sarratea apuraba su misión, el Directorio enviaba al general Pezuela en el Alto Perú un diputado para expresarle que "habían cesado los motivos de continuar la guerra...ya ocupado el trono por el señor Don Fernando VII".
Todo esto ocurría apenas a cuatro años de nuestra Revolución de Mayo.
El otro aspecto del proceso de individuación consiste en el aumento de la soledad. Los vínculos primarios, que ofrecen la seguridad y unión básica con el mundo exterior a uno mismo. En la medida en que el niño emerge en ese mundo, se da cuenta de su soledad, de ser una entidad separada de los demás.
Mientras el niño formaba parte integral de aquel mundo, ignorando las posibilidades y responsabilidades de la acción individual, no había nada que temer. Pero cuando uno se ha transformado en individuo, está solo y debe enfrentar al mundo en sus subyugantes y peligrosos aspectos. Y del mismo modo que el niño no podrá volver jamás al seno de su madre, tampoco podrá invertirse el proceso de individuación desde el punto de vista psíquico. Los intentos de reversión asumen necesariamente un carácter de sometimiento en el cual no se elimina nunca la contradición entre autoridad y el sometimiento. Si bien podrá sentirse seguro en el plano conciente, en su inconciente se da cuenta que el precio que paga representa el abandono de la fuerza y de la integridad de su yo. Así, el resultado de la sumisión es exactamente lo opuesto de lo que debiera ser: la sumisión aumenta la inseguridad en el niño al tiempo que genera hostilidad y rebeldía, que son tanto más horribles cuanto se dirigen contra aquellas mismas personas de las cuales sigue dependiendo.
La existencia humana empieza cuando el grado de fijación instintiva de la conducta es inferior a ciertos límites; cuando la adaptación a la naturaleza deja de tener caracter coercitivo; cuando la manera de obrar ya no es fijada por mecanismos hereditarios. En otras palabras, la existencia humana y la libertad son inseparables desde un principio. la noción de libertad se emplea aquí no en el sentido positivo de "libres para" sino en el negativo de "Libres de...", es decir, liberación de la determinación instintiva del obrar.
Se tendrá entonces que enfrentar a todos los peligros y temores debido a esa carencia del aparato instintivo. Y sin embargo, este mismo desamparo constituye la fuente de la que brota el desarrollo humano: la debilidad biológica del hombre es la condición de la cultura humana.
Los vínculos primarios impiden el completo desarrollo humano; cierran el paso al desenvolvimiento de su razón y sus capacidades críticas; le permiten reconocerse a si mismo y a los demás tan solo mediante su participación en el clan, en la comunidad social o religiosa, y no en virtud de su caracter de ser humano; en otras palabras, impiden su desarrollo hacia una individualidad libre, capaz de crear y autodeterminarse. La identidad con la naturaleza, clan , religión, le otorga seguridad al individuo, éste PERTENECE, arraigado a una totalidad estructurada dentro de la cual posee un lugar que nadie discute. Podrá sufrir por el hambre o la represión de satisfacciones, pero no por el peor de todos los dolores: la soledad y la duda. El proceso de crecimiento en libertad posee un caracter dialéctico semejante al proceso de individuación
Cada paso hacia un mayor grado de individuación entraña para los hombres una amenaza de nuevas formas de inseguridad. Una vez cortados los vínculos primarios ya no es posible volverlos a unir; una vez perdido el paraiso, el hombre no puede volver a él. Si las condiciones económicas, políticas, sociales, de las que depende el proceso de individuación humanas no ofrecen una base para la realización de la individualidad al tiempo que al individuo se le priva de sus vínculos primarios, la libertad se torna en una carga insoportable. Ella se identifica con la duda y con un tipo de vida carente de significado y dirección. Es natural entonces que se busque refugio en la sumisión o con algo que alivie las incertidumbres aún cuando esto prive al individuo de su libertad en un todo o en parte. La consecuencia de esta desproporción entre la libertad de todos los vínculos y la carencia de posibilidades para la realización efectiva de la libertad y la individualidad ha conducido siempre a la huida pánica de la libertad y a la adquisición de NUEVAS CADENAS.
San Martín, Logias e Independencia Americana
1º Entrega de 3
Pablo Martín Cerone
La Logia en Buenos Aires
Tras meses de luchas internas en el seno de la Revolución porteña, el 22 de setiembre de 1811 asumió el poder el Primer Triunvirato, integrado por Juan José Paso, Feliciano Chiclana y Manuel de Sarratea. El verdadero poder, sin embargo, residía en su Secretario de Gobierno y Guerra, Bernardino Rivadavia. La nueva institución gubernativa tenía un acentuado carácter centralista y autoritario, lo que le granjeó la activa desconfianza del resto de las Provincias Unidas.
En esos mismos días, José de San Martín salió de Cádiz a Londres. Se sostiene que fue su amigo James Duff, cuarto Conde de Fife, un oficial escocés que peleaba contra Napoleón, activo miembro de la masonería, el que lo convenció de tomar el camino que le ganaría la gloria. San Martín se encontró, sin embargo, con un escollo: las autoridades españolas no estaban dispuestas a aceptar que un militar capaz abandonara el país, más aún conociendo su origen sudamericano. Duff contactó entonces a otro escocés, Sir Charles Stuart, antiguo encargado de negocios de la embajada británica en Madrid y entonces en Lisboa, quien consiguió un pasaporte y un pasaje hacia Inglaterra, al que agregó varias cartas de presentación y letras de crédito. Así San Martín llegó a la capital británica a fines de 1811.
Durante sus cuatro meses de estadía en Londres, San Martín tomó contacto con Andrés Bello y con personas vinculadas a Duff, quienes le hicieran conocer el "Plan Maitland". Finalmente, en enero de 1812, emprendió el regreso a su tierra natal a bordo de la fragata inglesa "George Canning", junto a dos militares compatriotas y compañeros de logia: el nombrado Alvear y José Matías Zapiola.
Arribaron a Buenos Aires en marzo, encontrando a los revolucionarios profundamente divididos. El Primer Triunvirato expresaba el proyecto político y económico de los grupos mercantiles porteños. La oposición se había nucleado alrededor de una de las figuras más interesantes y menos conocidas de la revolución hispanoamericana, Bernardo de Monteagudo, líder de la Sociedad Patriótica. Su miembros, herederos del ideario radical del fallecido secretario de la Primera Junta, Mariano Moreno, se reunían en el Café de Marco (sito en la esquina de las actuales calles Alsina y Bolívar) y su divisa era una cinta celeste y blanca. La Sociedad nació en 1811, en franca oposición a la política moderada de Cornelio Saavedra y la Junta Grande, y contaba entre sus miembros a Julián Álvarez, Agustín Donado, Francisco Planes, Nicolás Rodríguez Peña, Ignacio Núñez, Hipólito Vieytes y Salvador Cornet, entre otros. Su ideario se expresó a través de dos periódicos: "El Grito del Sud" y "Mártir o Libre".
El funcionamiento de la Logia
Al llegar a Buenos Aires, San Martín y Alvear fundaron una filial de la Logia Lautaro. Según Vicente Fidel López, el nombre mismo de la Logia era una clave de su proyecto: "expedición a Chile" (¿recuerdan el plan Maitland?). Este secreto sólo se revelaba a los iniciados al tiempo de juramentarse. Atrajo a buena parte de los miembros de la Sociedad Patriótica, que terminaría disolviéndose en enero de 1813.
No se conservan documentos de la Logia Lautaro, pero conocemos su funcionamiento gracias a dos fuentes: Una [*] infidencia de Zapiola a Bartolomé Mitre; la otra es una copia del estatuto de la filial chilena, de puño y letra de Bernardo O'Higgins, seguramente muy similar a su versión argentina.
La Logia Lautaro inicia una solemne tenida. Autor anónimo. Obra exhibida en un salón del Gran Oriente Federal Argentino. Tomada de Emilio J.Corbiere 'La Masonería'Sabemos que sus reglas disponían que los hermanos elegidos para una función militar, administrativa o de gobierno debían hacerse asesorar por el Consejo Supremo en las resoluciones de gravedad, y no designar jefes militares, gobernadores de provincia, diplomáticos, jueces, dignidades eclesiásticas, ni firmar ascensos en el ejército y marina sin previa anuencia de los llamados Venerables del Último Grado. Estos miembros venían a ser, ni más ni menos, el verdadero gobierno secreto del país. Era la ley primera "ayudarse mutuamente, sostener la logia aún a riesgo de la vida, dar cuenta a los venerables de todo lo importante, y [lo que aquí nos importa] acatar sumisamente las órdenes impartidas". En caso de contrariar a la logia, la persecución y el desprecio lo perseguirían de por vida.
Tras proclamar que "gemía la América bajo la más vergonzosa y humillante servidumbre, dominada con cetro de fierro por la España y sus reyes, como es notorio al mundo entero, y lo han observado por tres siglos con justa indignación todas las naciones", continúa el estatuto declarando que la caída del monarca español creaba las condiciones para la independencia, pero que la falta de un orden de recambio dio paso "a las querellas de los pueblos, al extravío de la opinión, al furor de los partidos y los intereses de la ambición, sin que los verdaderos amigos de la patria pudiesen oponer a estos gravísimos males otro remedio que su dolor y confusión". Hermosas, sabias y (desgraciadamente) muy actuales palabras.
La logia matriz estaba formada por trece caballeros, además del presidente, el vicepresidente, un secretario para América del Norte, un secretario para América del Sur, un orador y un maestro de ceremonias. La organización no admitía extranjeros, pero, en este contexto, todos los hispanoamericanos son considerados connacionales. No se permitía el ingreso de parientes cercanos para evitar el riesgo de nepotismo. Cuando algún miembro fuera designado en un cargo provincial, estaba habilitado a fundar una filial subalterna de hasta cinco miembros.
La Logia mantenía reuniones en las casas de alguno de sus miembros o en un local ubicado en lo que actualmente es la calle Balcarce, frente al Convento de Santo Domingo. Entre sus asociados estaban Juan Martín de Pueyrredón (militar y futuro Director Supremo), Antonio Alvarez Jonte y Nicolás Rodríguez Peña (futuros triunviros) y Julián Alvarez (miembro de la Sociedad Patriótica y nexo con ésta).
La Logia y la política de las Provincias Unidas 1812-1814
El descreimiento hacia el módico avance de los gobiernos revolucionarios, sumado a las sucesivas derrotas sufridas por sus ejércitos, provocaron la "revolución" del 8 de octubre de 1812. Ese día, las tropas de San Martín y otros cuerpos militares se hicieron eco del descontento popular y derrocaron al Primer Triunvirato, reemplazándolo por otro afín a las ideas de la Logia y la Sociedad Patriótica, compuesto por Juan José Paso, Nicolás Rodríguez Peña y Antonio Alvarez Jonte. Paso logró mantenerse de un Triunvirato a otro, según el historiador Héctor Tanzi, gracias a un aporte monetario que sirvió para pagar sueldos atrasados y adquirir necesarias caballadas para las tropas patrias...
Una de las decisiones más importantes de este Triunvirato fue convocar a una asamblea de delegados de los pueblos del virreinato sublevado para enero de 1813, la posteriormente denominada Asamblea del Año XIII.
La convención tuvo 26 miembros, de los cuales siete eran miembros de la Logia desde su nacimiento europeo, algo que era sabido entonces por sus opositores, entre ellos Vicente Anastasio Echevarría (rico abogado rosarino, luego financista de la campaña corsaria de Hipólito Bouchard). Su presidente fue Alvear, pese a su juventud (¡tenía 23 años!). Sus secretarios fueron Valentín Gómez y el omnipresente Hipólito Vieytes. Y por cierto, el menos importante de sus miembros no fue Monteagudo.
La asamblea inició sus deliberaciones el 31 de enero. Se había decidido que estaría conformada por cuatro diputados por Buenos Aires, dos por cada capital de intendencia, uno por cada ciudad dependiente y dos por Tucumán, en premio al valor demostrado por los habitantes de esa comarca en el decisivo triunfo del 24 de setiembre de 1812, en el que las tropas de Manuel Belgrano salvaron para la Revolución todo lo que hoy es el noroeste argentino.
Hubo entonces una profunda divergencia acerca de la postura sanmartiniana de declarar inmediatamente la independencia. Los partidarios de Alvear, expresando el parecer de los grupos que antaño apoyaron al Primer Triunvirato, se negaban a dar ese paso, al menos en esas circunstancias: estaban atemorizados por la situación internacional. Gran Bretaña no estaba dispuesta a apoyar abiertamente la independencia de las colonias americanas, comprometiendo su alianza con España. El vecino Brasil portugués no disimulaba su hostilidad, y la causa de la revolución estaba comprometida por los fracasos militares y las divisiones internas de Chile a Colombia y de México a Venezuela. San Martín contaba de su lado a Zapiola, Manuel Moreno, Donado y pocos más; Alvear, a Valentín Gómez, Gervasio Posadas, Juan y Ramón Larrea, Vieytes, Monteagudo, Miguel de Azcuénaga, Tomás Guido, Manuel García y Antonio y Juan Ramón Balcarce, entre otros.
Para complicar aún más este juego de poder, el 13 de abril de ese año, los representantes del pueblo de la Banda Oriental (el actual Uruguay, en esa época parte integrante del antiguo Virreinato y alzado en armas contra el poder realista, salvo Montevideo, que permanecía ocupada) se reunieron en el pueblo de Tres Cruces, entonces en las afueras de Montevideo y hoy uno de sus barrios, y aprobaron las instrucciones a sus enviados a la Asamblea. Las mismas planteaban el proyecto político más completo y adelantado que hubo en la región en varias décadas: independencia de España, adopción de un régimen federal de gobierno, división de poderes, abolición de la esclavitud y libertad civil y religiosa. Había dos propuestas que, aún más que las anteriores, alienaron a los representantes de la burguesía porteña, cuya cabeza más conspicua era Alvear: las provincias retendrían para sí toda potestad no delegada expresamente al gobierno federal, y la capital de la nueva nación no sería Buenos Aires.
Algunas de las ideas de Artigas había planeado poner en práctica en la Banda Oriental (reforma agraria ¡en 1813!) terminaron por espantar a sus opositores de Buenos Aires. Si los diputados de Artigas se hubieran incorporado a la Asamblea, hubieran hecho causa común con los delegados próximos a San Martín y hubieran estado en posición de fuerza.
El 1o. de junio es el infame día en el que la Asamblea rechazó los poderes de los diputados orientales por supuestos vicios en la forma de elección. En esa discusión se fueron los meses; Artigas, irritado, retiró a sus tropas del sitio de la plaza realista de Montevideo el 20 de enero de 1814.
En el propio seno de la Logia, la derrota de San Martín fue completa. Fue obligado a dejar de ser Venerable y a alejarse de la participación activa en la misma, dedicándose exclusivamente a las tareas militares. Sin embargo, no fue expulsado ni renunció, porque el juramento masónico es irrenunciable. Como se dice en las entidades secretas, se "durmió".
Además de célebres medidas como decretar la libertad de vientres, la libertad de prensa y la abolición de la tortura, la Asamblea estableció el cargo de Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata (21 de enero) y eligió para el cargo, al día siguiente, al tío materno de Alvear, Gervasio Posadas. San Martín, derrotado, fue enviado a Tucumán a reorganizar al Ejército del Norte. Conociendo que la lucha en el norte estaba en un punto muerto del que era imposible salir, más tarde argumentaría problemas de salud y sería trasladado a Córdoba, para luego, en setiembre, ser designado gobernador de Cuyo. De Chile sólo lo separaban los Andes, nada más y nada menos.
A fines de 1814, Alvear tuvo que asumir en persona el cargo de Director, remplazando a un Posadas desgastado por la crisis con Artigas y las provincias que se le unieron.
La "protección" británica.
[*]"San Martín, como hemos visto, buscó el apoyo británico. Esto no lo hace menos patriota. La conducción de toda guerra requiere una política de alianzas. Esto no significa identificarse con los ideales o los intereses de los aliados".
Una cosa es buscar una alianza y otra muy distinta es asumir los intereses de los eventuales aliados como si fueran propios. Es una idea que San Martín siempre tuvo clara y que, por desgracia, estuvo ausente en el bloque del que Alvear era emergente, y que a partir de entonces sería una fuerza gravitante en la vida política argentina, ya sea en el poder o en los muy escasos momentos de nuestra historia en que estuvo a la defensiva.
Durante el verano austral de 1815, Alvear mandó a Manuel García a Río de Janeiro, sede de la Corte portuguesa mientras durara la guerra contra Napoleón, a entrevistar a Lord Strangford, representante de la Corona británica ante la misma. García tenía instrucciones de solicitar el protectorado de Gran Bretaña sobre las Provincias Unidas, un apenas maquillado retorno al coloniaje, ahora en inglés. La nota incluía esta frase: "solamente la generosa Nación Británica puede poner un remedio eficaz a tantos males acogiendo en sus brazos a estas Provincias que obedecerán a su Gobierno y recibirán sus leyes con el mayor placer". Belgrano y Rivadavia, que estaban en Río de Janeiro en camino a Europa, en misión diplomática, lograron frenar la entrega de la nota.
Alvear comenzaba a ser resistido incluso en Buenos Aires. Debió tomar medidas represivas que lo hicieron aún más impopular; intentó sacarse de encima a San Martín, pero los cabildos cuyanos de Mendoza y San Juan abortaron la maniobra. El 3 de abril de 1815 se sublevó el ejército del general Ignacio Álvarez Thomas, y el 15 una multitud porteña le reclamó la renuncia. Alvear no tuvo más remedio que retirarse del poder, ante el júbilo de Artigas y San Martín.
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por Darío Lavia
fin del intemezzo
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Segunda parte
Aprendiendo de don Juan Alvarez
Impotente el Rey para explorar y conquistar con sus recursos al continente americano, otorgó concesiones a empresarios quienes, siguiendo las primeras necesidades de la ocupación, fundaron villorrios encomendando la vigilancia de los indios. Más que otra cosa, las primitivas aldeas argentinas fueron puestos de comunicación entre las minas del Perú, verdadera fuente de la riqueza colonial, y el Río de la plata, único acceso por el Atlántico sur.
Entre estos puestos mediaban centenares de leguas, y como no era posible separarlos ni se disponía de pobladores suficientes para llenar esos espacios, las leyes de Indias disponían por entonces que : "...ninguna persona, de cualquier estado o condición, haga nueva población o ranchería en lo descubierto o por descubrir sin licencia especial". Legislar y controlar sobre lo desconocido e inabordable. En fin...sigamos.
Cuando el litoral argentino comenzó a producir ganado a escala, listo para su exportación a Europa, apareció un conflicto nuevo, y era el que se planteaba con la nueva e intuitiva ruta comercial y la acostumbrada por los comerciantes del Perú, con doble transbordo por el istmo de Panamá.
Tras larga querella, el Rey terminaría creando el Virreinato del Río de la Plata independizando regiones y puertos de salida y entradas. No se cuidó gran cosa que la nueva entidad constituyese un "todo armónico": indios de las más diversas razas, campos de las más diversas formas, regiones mineras, montañas, valles, selvas y glaciares, todo lo existente bajo los 45º de latitud quedó sujeto a las decisiones del nuevo gobierno de Buenos Aires que tampoco se hallaba en el centro geográfico de semejante megalópolis sino en uno de sus extermos.
Con todo esto, Bolivia quedaría más lejos del centro civil y político que cuando dependía del Perú, en tanto sus minerales costeaban gran parte de los gastos de la nueva administración.
Al estallar 1810, se atribuyó poca importancia a la cuestión geográfica, quedando de lado en el pensamiento y accionar de nuestra Junta si se debían o no replantear las fronteras oportunamente trazadas por el Rey. Y como el tema no pareció ocupar espacio en el pensamiento, floreció de modo silvestre...lo que plantearía con el tiempo los problemas neurálgicos que aún hoy nos acompañan.
Con los años, el litoral cobraría vida propia. Sus productos ganaderos serían trocados con buen suceso por artículos europeos vía Atlántico. Buenos Aires, asiento de tropas y gobierno, compartiría con Montevideo los honores de puerto único, y ya se vislumbraban grandes orbes en ambos lados el Plata. Sin embargo, las cuestiones que plateamos, seguirán latentes, por lo que cada región -Salta, Córdoba y Cuyo- por cuestiones relacionadas al flete y a demas factores naturales, mantendrían sus mercados orientados hacia el Pacífico, o hacia Bolivia o el Perú.
Así las cosas, nuestra propia manufactura nacional no atendía nuestras propias necesidades. No había manera: traer un poncho de Inglaterra era a todas luces más económico que traerlo de Salta.
Es importante notar que, al momento de identificarse la agricultura e industrias en el litoral, las regiones argentinas no habían marcado sobre los hombres diferencias tan hondas como las presentadas por la geografía. De un extremo a otro de nuestro suelo, el idioma, las tradiciones, el caballo y la vaca, crearon hábitos de vida semejantes, atenuando regionalismos latentes. Por doquier, la misma religión, el mismo traje, y el mismo espíritu despreocupado.
Los intereses entraron en conflicto cuando los productos de tierra adentro, careciendo por lo explicado de mercados locales interesantes, no se podían costear el flete para llegar al litoral y competir con los artículos extranjeros. La carestía del transporte se contrastaba con la explotación del terreno en función de la agricultura. Y así como las dificultades del flete estrangulaban nuestras ofertas exportables, por el otro lado subyacía el tema "excedentes y medios de transporte ociosos ingleses" desde la hegemonía napoleónica, ya planteados en números anteriores.
Hasta la llegada del tren, esto parececía insalvable. Buenos Aires era beneficiada por edicto real, y lamentablemente, nuestros pensadores no lograron deshasirse de estos privilegios quedando estancados en el modelo inicial.
Siguiendo con el ferrocarril, su influencia ha sido determinante en varios aspectos que debieron contribuir a la integración nacional.
Cuyo se separaría de Chile y del Pacífico, Salta y Córdoba harían lo propio con el Perú. La moderna tracción a vapor permitía además ese complemento ideal al tren: el vapor.
Corrientes, alejado de toda posibilidad de comerciar con el extranjero, ahora podía, a un costo realmente bajo, traer a puerto de Buenos Aires sus productos exportables. Argentina parecía poder integrarse en torno a su puerto.
Don Justo José de Urquiza diría en un memorable mensaje al Congreso, en 1854:
La Revolución de Mayo no fue un alzamiento general de las poblaciones del Virreinato contra el Rey, sino el resultado de una conjuración que al principio reflejara los intereses de los hacendados de Buenos Aires y de un pequeño grupo afectado a la arbitrariedad en la distribución de renta pública, de cargos, de libertades de publicación y expresión, de intolerancia religiosa y del monopolio unidireccional tanto en tráfico como en beneficiarios. Bajo cierto punto, se limitó a conseguir la constitución de un gobierno provisional entretanto la península era asfixiada por los imperiales napoleónicos. Esto es la Primera Junta, y ésta fue la invitación a las demás ciudades a un Congreso Nacional cuyo fin era resolver y dar formas definitivas a un modo de gobierno representativo. En otros términos, que cada región tenga voz y voto.
La llegada de los diputados demostró en breve lo dificultoso de esto tan deseable. Y como la guerra contra España no daba tregua, y que hablar del Brasil y los Braganza, y tantos otros expectantes y agazapados, Buenos Aires terminaría asumiendo la dirección de los asuntos públicos, claro, a través del fraude y de acuerdos y contramarchas permanentes. Así, los apremios de un enemigo común se agravaron por este otro que incluso era más grave, ya que podría derivar en las aguas estancas de la anarquía.
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Una ciencia es el querer
de muy matrera fortuna
el que es fuerte quiere a una
y a su gusto se acomoda
el flojo las mira a todas
y no es feliz con ninguna.
El abusarse del débil
nunca es prueba de valor
la medida del rigor
con que al flojo lo tratamos
es la misma en que aflojamos
ante una “juerza” mayor.
Epílogo
Justo aquí iba a ir un artículo sobre San Martín, Belgrano y el monarquismo. Quedará para el próximo número, como tantas otras cuestiones vitales.
"El rey es inviolable por pura ficción. Los Pueblos lo son por el derecho sagrado de su naturaleza" afirmaría Robespierre. "La fuerza del gobierno popular reside en la Virtud: sin ella, el Terror es funesto. Pero sin el Terror, la Virtud es impotente".
Es todo un axioma que, llevado a la práctica, requerirá de actores impiadosos y moralmente indoblegables e intachables. Mejor dicho, no requiere de políticos sino de seres cuya estatura moral como gobernantes configure una conducta esperada y exigible para el resto de la comunidad.
Sin dudas Roberpierre fue el mejor y mayor representante del modelo que pregonaba, así como París fue el mejor ejemplo de como reciben los pueblos estas máximas de vida. El tiempo se ha encargado de demostrarnos que no se puede ir por el mundo exigiendo respuestas morales a cada paso y que, en todo caso, se trata de una cuestión que cada familia y cada individuo deberá asumir como un deber sagrado. O no.
Desde aquí defendemos la Democracia. Pero no al modo en que lo hacen los políticos, ya que nuestro aporte es interesado pero no busca poder. Defendemos a los políticos porque son la institución pilar de la Democracia. Esperamos más de ellos. Salvo casos muy puntuales, han gobernado "a pesar" del pueblo, como si éste fuera un obstáculo o un impedimento inevitable.
Entender la naturaleza de las cosas, de las gentes, sus ambiciones y porqué no sus miserias, es esencial para gobernar bien.
Esta es la génesis de los nuestros. Bien o mal, han asumido el rol y los tiempos.
Uno espera de la continuidad democrática que se ajusten los nuevos líderes a tiempos más exigentes y a todas luces más vertiginosos. El empobrecimiento de nuestros partidos políticos, la falta de compromiso de la ciudadanía en general y ciertas peleas absolutamente estériles seguirán siendo el proscenio para aquel que se destaque del resto, con propuestas y don de gentes. Y nosotros seguiremos apoyando el modelo y a sus intérpretes. No nos parece poco. Todavía recordamos con tristeza aquel infausto grito de "¡Que se vayan todos!".
Pondremos especial acento en esta cuestión en los números siguientes. Hasta entonces.
Notas
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Postales de Europa
por Darío Lavia
1-Tiempo libre: posea y lea sus propios libros
La dama joven, el caballero, la ama de casa y hasta un perro tienen lugar en la librería, la nueva tienda del futuro, en que el saber y la cultura van de la mano del placer y el entretenimiento. Los vendedores atienden al público, pero de vez en cuando también deben tolerar que algunos filósofos debatan la solución a todos los problemas sin hacer una sola compra... Una librería, Poetical Sketches of Scarborough, 1813,
2- Tiempo libre: baile en salones de primera
El tiempo libre también podía utilizarse para bailar en salones como "Almack's", uno de los primeros clubes londinenses que admitió la entrada a mujeres. Vean como se mueve la Condesa Lieven, esposa del embajador ruso, y que respetuosos los caballeros del fondo (con sus sombreros tricornios bajo el brazo). Lo que parece un balconcito, en el margen izquierdo, es la galería donde están los músicos
Longitud y Latitud de San Petersburgo, George Cruikshank, 1813, 1811.
Longitud y Latitud de San Petersburgo, George Cruikshank, 1813, 1811.
3- Tiempo libre: baile en salones... modestos
Pavel Petrovich Svinin, secretario de un diplomático ruso, llegó a los Estados Unidos en la década del 1810 y, a lo largo de varios años, realizó varias acuarelas que publicó en una obra denominada " Voyage Pittoresque Aux Etats-Unis de l'Amérique par Paul Svignine en 1811, 1812, et 1813". A diferencia del exclusivo "Almack's" del grabado anterior, en esta posada de la Pennsylvania rural, los hombres no solo se dejan puestos los sombreros sino que fuman en presencia de las damas, se quitan el frac y bailan con la fusta en la mano. Por supuesto la galería con el cuarteto de cuerdas es reemplazada con una banqueta y un violinista que... hace lo que puede.
Pavel Petrovich Svinin, Merrymaking at a Wayside Inn (1811).
Pavel Petrovich Svinin, Merrymaking at a Wayside Inn (1811).
4- Tiempo de volver: Napoleón de Rusia
Tras el desastre de Moscú, Napoleón inicia su repliegue de Europa. La situación es difícil y el gran corso afronta una retirada que será un capítulo grande en la historia mundial... mucho más grande que lo que el agudo ojo de Cruickshank nos ofrece en esta caricatura...
Revista de las tropas francesas en su marcha de regreso a través de Smolensko, George Cruikshank.
, 1813
Revista de las tropas francesas en su marcha de regreso a través de Smolensko, George Cruikshank.
, 1813
Segunda parte
Impotente el Rey para explorar y conquistar con sus recursos al continente americano, otorgó concesiones a empresarios quienes, siguiendo las primeras necesidades de la ocupación, fundaron villorrios encomendando la vigilancia de los indios. Más que otra cosa, las primitivas aldeas argentinas fueron puestos de comunicación entre las minas del Perú, verdadera fuente de la riqueza colonial, y el Río de la plata, único acceso por el Atlántico sur.
Entre estos puestos mediaban centenares de leguas, y como no era posible separarlos ni se disponía de pobladores suficientes para llenar esos espacios, las leyes de Indias disponían por entonces que : "...ninguna persona, de cualquier estado o condición, haga nueva población o ranchería en lo descubierto o por descubrir sin licencia especial". Legislar y controlar sobre lo desconocido e inabordable. En fin...sigamos.
Cuando el litoral argentino comenzó a producir ganado a escala, listo para su exportación a Europa, apareció un conflicto nuevo, y era el que se planteaba con la nueva e intuitiva ruta comercial y la acostumbrada por los comerciantes del Perú, con doble transbordo por el istmo de Panamá.
Tras larga querella, el Rey terminaría creando el Virreinato del Río de la Plata independizando regiones y puertos de salida y entradas. No se cuidó gran cosa que la nueva entidad constituyese un "todo armónico": indios de las más diversas razas, campos de las más diversas formas, regiones mineras, montañas, valles, selvas y glaciares, todo lo existente bajo los 45º de latitud quedó sujeto a las decisiones del nuevo gobierno de Buenos Aires que tampoco se hallaba en el centro geográfico de semejante megalópolis sino en uno de sus extermos.
Con todo esto, Bolivia quedaría más lejos del centro civil y político que cuando dependía del Perú, en tanto sus minerales costeaban gran parte de los gastos de la nueva administración.
Al estallar 1810, se atribuyó poca importancia a la cuestión geográfica, quedando de lado en el pensamiento y accionar de nuestra Junta si se debían o no replantear las fronteras oportunamente trazadas por el Rey. Y como el tema no pareció ocupar espacio en el pensamiento, floreció de modo silvestre...lo que plantearía con el tiempo los problemas neurálgicos que aún hoy nos acompañan.
Con los años, el litoral cobraría vida propia. Sus productos ganaderos serían trocados con buen suceso por artículos europeos vía Atlántico. Buenos Aires, asiento de tropas y gobierno, compartiría con Montevideo los honores de puerto único, y ya se vislumbraban grandes orbes en ambos lados el Plata. Sin embargo, las cuestiones que plateamos, seguirán latentes, por lo que cada región -Salta, Córdoba y Cuyo- por cuestiones relacionadas al flete y a demas factores naturales, mantendrían sus mercados orientados hacia el Pacífico, o hacia Bolivia o el Perú.
Así las cosas, nuestra propia manufactura nacional no atendía nuestras propias necesidades. No había manera: traer un poncho de Inglaterra era a todas luces más económico que traerlo de Salta.
Es importante notar que, al momento de identificarse la agricultura e industrias en el litoral, las regiones argentinas no habían marcado sobre los hombres diferencias tan hondas como las presentadas por la geografía. De un extremo a otro de nuestro suelo, el idioma, las tradiciones, el caballo y la vaca, crearon hábitos de vida semejantes, atenuando regionalismos latentes. Por doquier, la misma religión, el mismo traje, y el mismo espíritu despreocupado.
Los intereses entraron en conflicto cuando los productos de tierra adentro, careciendo por lo explicado de mercados locales interesantes, no se podían costear el flete para llegar al litoral y competir con los artículos extranjeros. La carestía del transporte se contrastaba con la explotación del terreno en función de la agricultura. Y así como las dificultades del flete estrangulaban nuestras ofertas exportables, por el otro lado subyacía el tema "excedentes y medios de transporte ociosos ingleses" desde la hegemonía napoleónica, ya planteados en números anteriores.
Hasta la llegada del tren, esto parececía insalvable. Buenos Aires era beneficiada por edicto real, y lamentablemente, nuestros pensadores no lograron deshasirse de estos privilegios quedando estancados en el modelo inicial.
Siguiendo con el ferrocarril, su influencia ha sido determinante en varios aspectos que debieron contribuir a la integración nacional.
Cuyo se separaría de Chile y del Pacífico, Salta y Córdoba harían lo propio con el Perú. La moderna tracción a vapor permitía además ese complemento ideal al tren: el vapor.
Corrientes, alejado de toda posibilidad de comerciar con el extranjero, ahora podía, a un costo realmente bajo, traer a puerto de Buenos Aires sus productos exportables. Argentina parecía poder integrarse en torno a su puerto.
Don Justo José de Urquiza diría en un memorable mensaje al Congreso, en 1854:
Escasa y diseminada sobre una superficie de más de veinticuatro mil leguas cuadradas, nuestra población forman de las provincias átomos sin cohesión ni gran valor social, que sobrenadan sobre ese inmenso espacio. Toda la población de la República Argentina estaría económicamente mejor colocada en cualqueira porción de algunas de sus provincias litorales. Sus fuerzas físicas, su energía moral, su bienestar presente, serían indudablemente mejor consultados. Somos más bien amparadores que propietarios de los términos de una poderosa y grande nación. Nuestros disturbios pasados están fundados en esta inoportuna disposición de las poblaciones; nuestras futuras discordias vendrán de esa misma causa; y si alguna vez ha de desfallecer el espíritu nacional, de esa misma causa ha de provenir tan gran mal.
La Revolución de Mayo no fue un alzamiento general de las poblaciones del Virreinato contra el Rey, sino el resultado de una conjuración que al principio reflejara los intereses de los hacendados de Buenos Aires y de un pequeño grupo afectado a la arbitrariedad en la distribución de renta pública, de cargos, de libertades de publicación y expresión, de intolerancia religiosa y del monopolio unidireccional tanto en tráfico como en beneficiarios. Bajo cierto punto, se limitó a conseguir la constitución de un gobierno provisional entretanto la península era asfixiada por los imperiales napoleónicos. Esto es la Primera Junta, y ésta fue la invitación a las demás ciudades a un Congreso Nacional cuyo fin era resolver y dar formas definitivas a un modo de gobierno representativo. En otros términos, que cada región tenga voz y voto.
La llegada de los diputados demostró en breve lo dificultoso de esto tan deseable. Y como la guerra contra España no daba tregua, y que hablar del Brasil y los Braganza, y tantos otros expectantes y agazapados, Buenos Aires terminaría asumiendo la dirección de los asuntos públicos, claro, a través del fraude y de acuerdos y contramarchas permanentes. Así, los apremios de un enemigo común se agravaron por este otro que incluso era más grave, ya que podría derivar en las aguas estancas de la anarquía.
Una ciencia es el querer
de muy matrera fortuna
el que es fuerte quiere a una
y a su gusto se acomoda
el flojo las mira a todas
y no es feliz con ninguna.
El abusarse del débil
nunca es prueba de valor
la medida del rigor
con que al flojo lo tratamos
es la misma en que aflojamos
ante una “juerza” mayor.
Justo aquí iba a ir un artículo sobre San Martín, Belgrano y el monarquismo. Quedará para el próximo número, como tantas otras cuestiones vitales.
"El rey es inviolable por pura ficción. Los Pueblos lo son por el derecho sagrado de su naturaleza" afirmaría Robespierre. "La fuerza del gobierno popular reside en la Virtud: sin ella, el Terror es funesto. Pero sin el Terror, la Virtud es impotente".
Es todo un axioma que, llevado a la práctica, requerirá de actores impiadosos y moralmente indoblegables e intachables. Mejor dicho, no requiere de políticos sino de seres cuya estatura moral como gobernantes configure una conducta esperada y exigible para el resto de la comunidad.
Sin dudas Roberpierre fue el mejor y mayor representante del modelo que pregonaba, así como París fue el mejor ejemplo de como reciben los pueblos estas máximas de vida. El tiempo se ha encargado de demostrarnos que no se puede ir por el mundo exigiendo respuestas morales a cada paso y que, en todo caso, se trata de una cuestión que cada familia y cada individuo deberá asumir como un deber sagrado. O no.
Desde aquí defendemos la Democracia. Pero no al modo en que lo hacen los políticos, ya que nuestro aporte es interesado pero no busca poder. Defendemos a los políticos porque son la institución pilar de la Democracia. Esperamos más de ellos. Salvo casos muy puntuales, han gobernado "a pesar" del pueblo, como si éste fuera un obstáculo o un impedimento inevitable.
Entender la naturaleza de las cosas, de las gentes, sus ambiciones y porqué no sus miserias, es esencial para gobernar bien.
Esta es la génesis de los nuestros. Bien o mal, han asumido el rol y los tiempos.
Uno espera de la continuidad democrática que se ajusten los nuevos líderes a tiempos más exigentes y a todas luces más vertiginosos. El empobrecimiento de nuestros partidos políticos, la falta de compromiso de la ciudadanía en general y ciertas peleas absolutamente estériles seguirán siendo el proscenio para aquel que se destaque del resto, con propuestas y don de gentes. Y nosotros seguiremos apoyando el modelo y a sus intérpretes. No nos parece poco. Todavía recordamos con tristeza aquel infausto grito de "¡Que se vayan todos!".
Pondremos especial acento en esta cuestión en los números siguientes. Hasta entonces.
Notas
[*] Para 1947, Erich Fromm alertaba
volverHemos debido reconocer que millones de personas en Alemania, están tan ansiosas de entregar su libertad como sus padres lo estuvieran en combatir por ella; buscan rehuirla más que enfrentarla; al tiempo que otros millones permanecen indiferentes y no creen que valga la pena luchar y morir en su defensa.
""Estamos aún bajo la fe de los hombres y no aparecen las seguridades del contrato", afirmaría con absoluta razón Artigas, quien enviaría a sus diputados a la Asamblea General con las instruciones de marras. Sería la primera vez que se oiría de un modo claro y sin metáfora alguna acerca de la absolución de fidelidad en cualquier orden y medida a la corona de España y a la familia de los Borbones dando por terminado el remanido "Fernandeo" leitmotiv de la política de por entonces.
"Prestemos atención al señor delegado por Tucumán don Nicolás Laguna
Quien juró "Provincias Unidas", no juró la "unidad" de las provincias... ni la identidad sino una "confederación" de ciudades.
Las palabras "unidas" y "unión" nacen del verbo "unir" y la palabra "unidad" del adjetivo "uno a uno", lo que corresponde la filosófica expresión "identidad". De aquí es que la palabra "unidad" significa "un individuo", una sustancia sin relación a partes, un todo; pero la "unión" signifia el contacto de partes realmente distintas y separadas. Esto quedaba claramente demostrado en materia política con la federación de los estados unidos anglo-americanos.
El plan fue redactado hacia 1800 por un militar escocés, Thomas Maitland, miembro del Parlamento y consejero de la Corona. El esquema suena perturbadoramente conocido: una fuerza invasora ocuparía Buenos Aires, avanzaría hacia Chile y desde allí atacaría Perú. Pero el secretario de Guerra de ese momento, el Vizconde Melville, pensaba que había mejores maneras de conquistar los mercados de esa región: a través de la "influencia informal" del comercio y las finanzas (idea que el transcurso de las décadas revelaría clarividente).Tras la invasión de España por las tropas de Napoleón (1808) y la consiguiente reversión de alianzas, todos los planes que requerían la intervención directa de la Royal Navy quedaron en la nada.
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